Exceso de hierro en la sangre ¿Es peligroso?
Muchas personas se preocupan por tener un déficit de hierro en la sangre, ya que puede causar la aparición de la anemia y todos sus síntomas relacionados como la fatiga, la palidez, entre otros.
Sin embargo, un exceso de hierro en la sangre también puede resultar perjudicial. Hay varias razones. El hecho es que una vez que el hierro entra en el organismo, no tiene salida. La mayor parte de él es reciclada, no excretada o consumida de alguna otra forma.
Excepto durante las etapas de crecimiento, el embarazo, la menstruación u otra causa de pérdida de sangre, sólo eliminamos una cantidad mínima, principalmente a través de la orina, el sudor, ciertas enfermedades y la producción de células de la piel.
Recordará de su clase de química del bachillerato que el hierro (como el cobre) se convierte con facilidad en las formas ferrosas (con dos electrones) y las férricas (tres electrones).
Esto lo convierte en un jugador en las reacciones de oxidación-reducción, útil para transmitir oxígeno a través de nuestros glóbulos rojos, pero también capaz de actuar como un radical libre y oxidar los tejidos, y por consiguiente dañándolos.
Esto significa que cualquier cantidad del mineral que no se fije en la hemoglobina en nuestra sangre o en otras proteínas para otros usos ronda por el cuerpo como “hierro libre” no ligado y es vulnerable al proceso tipo corrosivo de oxidación de los radicales libres.
Una vez transformadas en radicales libres, las moléculas de hierro oxidado continúan dañando en forma similar cualesquiera otras células de tejidos que toquen.
El investigador cardiaco finlandés Jukka Salonen, abrió la comprensión de la cardiología por parte de la profesión médica al revelar el verdadero impacto del colesterol y el hierro en el endurecimiento de las arterias (llamado también arteriosclerosis)
Su investigación estableció que el colesterol se convierte en un peligroso bloqueador de arterias sólo cuando se oxida y que los hombres con una concentración alta de hierro (o cobre) en sus organismos enfrentan un riesgo grave en particular.
Por tanto resulta que el hierro, no el estrógeno, explica el riesgo bajo de enfermedad cardiaca coronaria entre las mujeres en sus años de fecundidad y por qué la amenaza se eleva después de la menopausia o de una histerectomía.
La evidencia irrefutable es que aun cuando los ovarios no son extirpados después de una histerectomía simple y continúan produciendo estrógeno, el riesgo de enfermedad cardiaca en la mujer comienza a subir, de modo muy parecido a las mujeres cuyos ovarios fueron extirpados.
La menstruación asegura que el exceso de hierro sea excretado y no se quede para convertirse en una amenaza oxidante. La pérdida regular de sangre mantiene bajo el nivel de hierro general de una mujer, si no es que deficiente.
El estrógeno contribuye a la protección cardiovascular de manera principal en la medida que permite la ovulación y un periodo mensual. Este hecho por sí mismo socava una de las racionalizaciones usuales para la terapia de remplazo hormonal.
El exceso de hierro también se observa en otras enfermedades. Podría acumularse en un grado tóxico en nuestros órganos y tejidos, incluyendo las articulaciones, el hígado, las gónadas y el corazón.
Podría avivar el crecimiento de bacterias dañinas y células de tumores malignos, así como estimular actividad adicional de radicales libres promotores de cáncer. Una de las razones de que la fibra nos proteja del cáncer de colon podría ser que se une con el hierro, lo cual impide que el mineral provoque daño por oxidación.
Al quemar el exceso de hierro, el ejercicio puede funcionar en forma similar. Recuérdese, sin embargo, que una falta del mineral también puede conducir al cáncer.
Se han encontrado cantidades altas de hierro en los cerebros de personas con la enfermedad de Parkinson, y podría perturbar lo suficiente el sistema nervioso central para agravar, si no es que causar, trastornos mentales.
Cuando siete pacientes psiquiátricos en un estudio pequeño fueron tratados para reducir el exceso de hierro, sus patrones de comportamiento disminuyeron de manera significativa. En los meses siguientes al tratamiento, sus síntomas no regresaron.
Tomando en cuenta todo lo anterior, lo mejor es realizarse un examen de sangre con el fin de verificar cuánto hierro tiene en la sangre y, a partir de los resultados, realizar las medidas necesarias para mantener un equilibrio de hierro (ni déficit ni el exceso).
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