Alcaravea para estreñimiento, colesterol, diabetes y más
A diferencia de la mayoría de las especias curativas, la alcaravea prospera en climas moderados (más que en los tropicales), y se cultiva en muchas zonas del mundo, incluyendo Europa, Asia central, norte de África y Estados Unidos. No obstante, los estadounidenses no han desarrollado una especial afición por esta especia, como ocurre en otros países, y se conoce principalmente por estar presente en la corteza de los panes de centeno alemán y judío.
La alcaravea es sin duda más apreciada en Europa y su intenso sabor, semejante al del anís, es sobre todo característico de la cocina alemana, donde los chefs la emplean para equilibrar los almidones y las grasas de la alimentación tradicional de este país basada en carne y patatas. De hecho, los alemanes la añaden a todo tipo de platos: sopas, carne estofada, salchichas, cazuelas de patatas y pasteles. Además es un ingrediente típico del chucrut y el repollo hervido, pues elimina el persistente olor sulfúrico —y la flatulencia— asociados a la cocción de las coles y se utiliza para aromatizar los licores kummel (cuyo significado no es otro que alcaravea) y schnapps.
Por otro lado, la alcaravea define el sabor del aquavit, el licor nacional escandinavo; aporta un dulzor salado al gulash húngaro y en Rusia suele añadirse al tradicional borscht. Y en Francia es utilizada como conservante del chucrut.
Las semillas de alcaravea tostadas suelen acompañar al queso en Europa central: en la región francesa de Alsacia y Lorena suelen tomarlas con queso muenster; los holandeses la comen acompañando al queso tilsiter y los húngaros la sirven con queso liptauer junto con mostaza, mantequilla y cebollino picado.
Además, esta especia constituye un ingrediente esencial de la famosa salsa tunecina ha-issa, posiblemente uho de los aderezos más picantes que existen; en Nigeria se añade al dulce frito denominado chin-chin, mientras que en la India suele estar presente en los aperitivos.
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Propiedades curativas
Mejor que los antiácidos Un grupo de investigadores británicos que revisó 53 estudios sobre antiácidos constató que estos medicamentos «aliviaban poco» los trastornos digestivos. Después, examinaron 17 estudios sobre remedios herbales, incluyendo una combinación de aceite de menta y alcaravea que, gracias a su contenido en carvona —un componente de algunos aceites esenciales que relaja los espasmos del tracto digestivo—, lograba mitigar eficazmente el dolor de estómago y otros problemas digestivos después de las comidas entre un 60 y un 95 por ciento de las veces.
Uno de los estudios revelaba que en los pacientes que usaron la combinación herbal durante cuatro semanas el dolor gastrointestinal se redujo una media de un 45 por ciento.
Un remedio tradicional para la diabetes Pero los ingleses no han sido los únicos fanes de la alcaravea. Los antiguos griegos, romanos y egipcios la consideraban un alimento medicinal y la incluían como ingrediente en la elaboración de panes y pasteles, así como en las recetas a base de frutas para estimular la digestión y combatir los resfriados y la bronquitis.
En Marruecos su uso como remedio tradicional sigue vigente y es una costumbre bastante arraigada masticar unas pocas semillas ligeramente tostadas después de las comidas. También se considera un modo de prevenir y controlar los problemas de azúcar en sangre.
De hecho, en 2004 un equipo de investigadores marroquíes probó esta especia en animales a los que se había inducido diabetes y descubrieron que la administración diaria de alcaravea durante dos semanas normalizaba completamente los niveles de azúcar en sangre. El hallazgo «representa una confirmación experimental del uso tradicional en Marruecos» de las semillas de alcaravea para el control de la diabetes tipo II, afirmaron los científicos en la revista Journal of Ethnopharmacology.
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Propiedades adicionales
De hecho, las semillas de alcaravea contienen más de 50 componentes curativos que, según se ha demostrado, pueden combatir toda clase de problemas de salud, incluyendo:
Cáncer. La alcaravea está repleta de limoneno, un compuesto de conocida actividad anticancerígena. La experimentación con animales muestra que el limoneno puede detener el crecimiento de los cánceres de mama, hígado, pulmón y estómago. Asimismo, otros estudios en animales han demostrado que la combinación de limoneno y carvona reduce el riesgo de cáncer de colon.
Intoxicaciones alimentarias. La E. coli es la bacteria responsable de la mayor parte de las intoxicaciones causadas por alimentos, un fenómeno que afecta a 76 millones de estadounidenses al áño (21.000 al día). El pollo es un lugar muy frecuentado por este germen; pero unos investigadores que contaminaron una olla de sopa de pollo con la bacteria observaron que la carvona impedía su multiplicación.
Colesterol y triglicéridos. Unos científicos marroquíes hallaron que la alcaravea disminuía los niveles de ambas grasas en animales de laboratorio con y sin diabetes. La especia posee una «potente actividad reductora de lípidos [grasas]», concluyeron los científicos.
Estreñimiento. Unos médicos búlgaros administraron un laxante que contenía alcaravea entre sus ingredientes a 32 personas aquejadas de estreñimiento crónico y 29 de ellas comenzaron a tener evacuaciones diarias tras el tratamiento.
Tuberculosis. La tuberculosis es la principal causa de muerte por enfermedad infecciosa en la India; pues bien, un grupo de científicos descubrió que el consumo de alcaravea mejoraba la absorción de tres medicamentos que tratan esta enfermedad.
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Cómo comprar alcaravea
Existen dos tipos de alcaravea: una procede de una planta anual nativa de Europa y la otra de una planta bienal originaria de Oriente Próximo,
y según los entendidos la cultivada en Holanda es la de mejor calidad; sin embargo, estos datos no tienen especial relevancia a menos que acostumbres a adquirir las especias en una tienda especializada.
Lo que sí es importante tener en cuenta es que conviene comprar las semillas de alcaravea enteras, ya que con la molienda se desprenden sus aceites volátiles y el sabor se disipa. Guardadas en un recipiente hermético, en un* lugar fresco y protegido de la luz solar, las semillas enteras se conservan durante dos años o incluso más.
Aunque crudas desprenden un ligero aroma, es cocinándolas como se obtiene todo su sabor.
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