Cúrcuma para la artritis reumatoide

La inflamación es el sello distintivo de la mayoría de las formas comunes de artritis: la osteoar-tritis (el desgaste del cartílago que cubre y protege los extremos de los huesos), la artritis reumatoi-de (una enfermedad autoinmune que ataca las articulaciones) y la gota (un exceso de afilados cristales de ácido úrico que va destruyendo las articulaciones).

Muchos pacientes son tratados con fármacos antinflamatorios no esteroideos (AINE) como la aspirina, el naxopreno y el ibuprofeno para combatir la inflamación.

Si bien contribuyen a reducir la inflamación, estos fármacos pueden irritar la mucosa gastrointestinal; de hecho, se estima que en Estados Unidos uno de cada tres pacientes de los 13 millones de personas que toman algún tipo de AINE sufre problemas gastrointestinales, los cuales son la causa de hospitalización de 103.000 personas al año y provocan la muerte de 16.000 personas por hemorragia digestiva por úlcera.

Para empeorar las cosas, la nueva clase de AINE llamados inhibidores de la COX-2 se desarrollaron en un intento de no dañar el tracto gastrointestinal, pero ¡acabaron incrementando espectacularmente la incidencia de enfermedades cardiacas y derrames cerebrales!

No es de extrañar que los pacientes artríticos anhelen un agente antinflamatorio seguro y efectivo. Pues bien, la curcumina podría ser lo que buscan.

Recientemente, unos investigadores tailandeses demostraron la capacidad antinflamatoria de la curcumina cuando examinaron este ingrediente activo de la cúrcuma frente al ibuprofeno en un experimento en el que participaron 107 personas mayores que padecían una artritis grave de rodilla.

La mitad de los participantes tomó 800 mg de ibuprofeno, mientras que la otra mitad recibió 2.000 mg de un extracto que contenía curcumina. Cada dos semanas en el transcurso de seis semanas, los científicos midieron el grado de dolor, la flexibilidad de las rodillas, su capacidad para subir y bajar escaleras y el tiempo que les llevaba recorrer unos 100 m (328 pies).

Se observó que la curcumina «podría resultar tan eficaz como el ibuprofeno en aliviar el dolor de rodilla y mejorar la función de esta».

En un estudio en el que participaron 18 personas aquejadas de artritis reumatoide, los investigadores hallaron que el tratamiento con 1.200 mg de curcumina durante dos semanas era tan efectivo en reducir los síntomas de la artritis como la fenilbutazona, un potente AINE. Los participantes en el estudio presentaron una reducción de la hinchazón y rigidez matutinas, así como una mejoría en la capacidad de ejecutar las tareas cotidianas.

Por otro lado, un estudio en animales llevado a cabo en la Universidad de Arizona ha desvelado cómo trabaja la curcumina. Los investigadores observaron que la administración de cúrcuma antes de inducir artritis en los animales prevenía la inflamación de las articulaciones. «La cúrcuma […] demostró inhibir la artritis inducida de un modo poco común», afirmó la médica Janet L. Funk, investigadora principal del proyecto.

Por otro lado, la cúrcuma redujo la destrucción del cartílago en un 66 por ciento y la destrucción ósea en un 57 por ciento en los animales con artritis que tomaron la especia, en comparación con los animales que no la tomaron.

Cuando estos científicos investigaron el mecanismo de acción de la cúrcuma, descubrieron que neutralizaba los mecanismos genéticos y moleculares de la artritis. En concreto, la especia influyó en la acción del factor nuclear kappa B, un «factor de transcripción» que controla y regula la expresión de distintos genes.

En este caso, la cúrcuma contribuyó a que este factor de transcripción desactivara los genes implicados en la inflamación que ocasiona la destrucción ósea y cartilaginosa.

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