Helioterapia o curas de sol ¿Son efectivas?
Se dice que “Donde entra el sol, no entra el médico», Esto significa que el sol posee virtudes saludables para el organismo humano de alli que haya surgido una terapia alternativa que toma como base esta idea y que se llama helioterapia.
Es importante observar que, en efecto, la luz solar aviva poderosamente las funciones cutáneas. Sus radiaciones de ondas cortas activan, por ejemplo, los fenómenos químicos que, por una parte, provocan la formación del pigmento y, por otra parte, la de la vitamina D, a partir de un cuerpo intermediario que encierra la piel.
Igualmente, se produce un fuerte riego sanguíneo. Como regiones particulares de la parte superficial de nuestro cuerpo se hallan en relación activa con órganos determinados, por intermedio de conexiones nerviosas y vasculares muy finas, cantidades bastante considerables de sangre pueden así haliarse derivadas por la irradiación, de órganos sobrecargados a zonas apropiadas de ia piel. Se aprovecha, por ejemplo, con éxito esta particularidad en inflamaciones de la vesícula biliar y en enfermedades de la mucosa del estómago.
El fuerte riego sanguíneo de la piel estimula también ciertos nervios que influyen sobre los recambios metabólicos en los músculos. Vemos pues una acción más de los rayos solares en la fuerte irrigación sanguínea de los músculos. Y la musculatura es el órgano más importante de los recambios nutritivos.
Las medidas que favorecen el riego sanguíneo tienen, por consiguiente, una acción favorable sobre el metabolismo general. La eliminación tíe, los desechos es activada. Bajo ía influencia de la luz solar, se constata además un aumento del número de glóbulos rojos, del pigmento sanguíneo (hemoglobina) así como una más marcada osificación. También es conocida la acción calmante sobre los nervios y sobre la glándula tiroides.
Helioterapia y los baños de sol
Un baño de sol bien dosificado procura el bienestar, la distensión y el humor alegre. Pero si uno se expone demasiado largo tiempo a la acción del sol, experimenta dolores de cabeza, palpitaciones del corazón, nerviosidad, inapetencia e insomnio. Las manifestaciones cutáneas, las quemaduras de la piel, son de todos bien conocidas.
Conviene pues, sobre todo al principio, mostrarse prudente en cuanto a los baños de sol. Los baños de aire y luz constituyen la mejor preparación para los baños de sol. La piel, estimulada por el aire, se transforma en un órgano más resistente, pudiendo aguantar y responder a un mayor estímulo solar.
Para el que no tiene experiencia anterior alguna por lo que a los baños de sol es refiere, lo mejor es comenzar por el baño de sol tomado en la propia habitación, con la ventana abierta. Al principio, se expondrán los pies durante 5 minutos al sol. Al día siguiente, se expondrán las piernas (desde los pies hasta las rodillas) al otro día ¡os muslos; es decir, que cada día se expondrá a! sol una superficie mayor del cuerpo. Hay que irse dando vuelta de manera conveniente para que los rayos de sol puedan alcanzar regularmente todas las partes de la piel.
Cada día se va aumentando la duración del baño. Al cabo de 3-4 semanas se puede pasar ai baño de sol completo. La duración de la toma diaria desol, en los meses de verano, no debería jamás exceder de 2 horas; y en invierno 4 horas. La cabeza debe estar cubierta. También es preciso que las personas de nervios sensibles se guarden de exponer !a región del corazón al sol.
Se acaba el baño de sol completo cubriendo una parte cada vez más grande del cuerpo, hasta el momento en que sólo quedan un poco irradiados los pies y las piernas.
Las personas endurecidas y que tienen el corazón sólido pueden aumentar los efectos del baño de sol envolviéndose al cabo de 20 minutos en una manta de lana bajo la cual permanecen 15-20 minutos más. La transpiración aumenta, la circulación sanguínea y el metabolismo reciben una impulsión más grande todavía lo que, por consiguiente, favorece la desintoxicación del organismo. Tras cada baño de sol, se procede a un lavado frío completo del cuerpo.
La alta montaña (1.200 a 2.000 metros) conviene particularmente para el baño de sol. Siendo el aire más puro, la pérdida de radiación es débil, lo que no molesta jamás, pues el aire de altura es más fresco. La diferencia de temperatura que existe entre las partes del cuerpo sometidas al sol y las que se encuentran en la sombra provoca una irrigación sanguínea aumentada. En invierno, a consecuencia de la reverberación debida a la nieve, la acción de los rayos luminosos es particularmente fuerte.
En el mar, el calor solar y el frescor causado por el viento que sopla constantemente provocan un riego sanguíneo permanente de la piel. Además, el movimiento de las olas y la resaca, masajean el cuerpo sin cesar.
El baño de sol, desde el punto de vista médico, y tomado con las precauciones antes citadas, se aconseja a las personas que sufren de obesidad, de reumatismo, de llagas que cicatrizan mal, de psoriasis, de acné, de los huesos y de las articulaciones. También pueden obtenerse buenos resultados —sobre todo, combinados con baños de mar— en los trastornos del crecimiento, en las afecciones de la glándula tiroides y —en relación con los baños de aire y luz— en el insomnio.
Quienes no deben practicar helioterapia ni los baños de sol
Los baños de sol están prohibidos a los que sufren de hipertensión arterial, de enfermedad grave del corazón, de pleuresía con serosidades, de inflamaciones articulares con derrames, de tuberculosis pulmonar y de nefritis con síntomas urémicos.
Quienes no se consideren con la suficiente resistencia habrán de tomar en verano, los baños de sol durante la mañana y tarde; nunca al mediodía. Los rayos verticales del sol de mediodía son para muchos un estímulo demasiado fuerte, pues tienden a producir nerviosismo. Solamente las personas muy robustas soportan bien estos potentes rayos sin padecer ningún género de molestias.
Tampoco son indicados para todo el mundo los baños de sol inmediatamente después de las comidas, ya que entonces el estómago y los intestinos requieren gran cantidad de sangre para su trabajo de digestión. El sol, por el contrario, atrae la sangre hacia la piel y la retira, en consecuencia, de estos órganos interiores.
Recomendaciones
Lo mismo a la persona sana que a la enferma le conviene mucho más alternar los momentos de reposo y ejercicio, luz y sombra, que tumbarse inmóvil al sol. Los paseos por el bosque o a la orilla del mar, los juegos y los deportes, “a gimnasia, los ejercicios de respiración y la natación coadyuvan muy considerablemente a los efectos benéficos del baño de sol, protegiendo contra los estímulos nocivos.
Después de una intensa exposición a los rayos solares, la sombra de un árbol relajará convenientemente. En la playa, y con el objeto de refrescar el cuerpo, cabe enterrarse en la arena. Durante la irradiación también resulta beneficioso mojarse de vez en cuando con agua calentada por el sol, tomar una ducha fría o nadar. La natación es el más suave, completo y saludable de los ejercicios. Pero todo ello sin exagerar, puesto que alternar con demasiada frecuencia el sol y el agua fatiga más que relaja.
A pesar de que el sol se oculte tras las nubes, irradia luz curativa, la cual actúa de un modo menos rápido, más paulatino y moderado que la luz solar directa.
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