Terapia craneosacral ¿Para qué sirve?
La terapia craneosacral es una técnica de curación holística que emplea un tacto muy suave para equilibrar el sistema craneosacro del cuerpo, que incluye huesos, nervios, fluidos y tejido conectivo del cráneo y la zona espinal.
Según los expertos, la terapia craneosacral está indicada idealmente para el trastorno de hiperactividad y déficit de atención, el dolor de cabeza, la otitis media crónica, el dolor y el mantenimiento de la salud general.
Se recomienda para el autismo, la fibromialgia, la enfermedad coronaria, la artrosis, la neumonía, la artritis reumatoide, las infecciones sinusales crónicas y la gastroenteritis (inflamación de la mucosa del estómago o del intestino delgado). También se emplea junto con otras terapias para tratar el síndrome de la fatiga crónica, la lumbalgia y las irregularidades menstruales.
Además, algunos terapeutas de esta disciplina han descrito beneficios en la disfunción ocular, la dislexia, la depresión, las dificultades de coordinación motora, la disfunción de la articulación temporomandibular, la hiperactividad, el cólico, el asma en lactantes, el síndrome del lactante hipotónico, el latigazo, la parálisis cerebral, algunos defectos congénitos y otros trastornos del sistema nervioso central.
Descripción
La terapia craneosacral actúa sobre el sistema craneosacro, formado por el cráneo, la columna vertebral y el sacro, que están conectados a través de una membrana continua de tejido conectivo profundo en el interior del cuerpo que se denomina duramadre. La duramadre también rodea el cerebro y el sistema nervioso central.
El líquido cefalorraquídeo aumenta y disminuye en cantidad en el interior del compartimiento formado por la duramadre. Este movimiento se ha llamado impulso respiratorio primario, y actualmente se conoce como ritmo craneosacro u onda craneal.
Los terapeutas craneosacros pueden percibir con facilidad el ritmo craneosacro del cuerpo tocando ligeramente la base del cráneo o el sacro. Durante la sesión, notan las alteraciones del ritmo, la amplitud, la simetría y la calidad del flujo del ritmo craneosacro.
Un terapeuta utiliza un tacto muy suave para equilibrar el flujo del ritmo craneosacro. Cuando el líquido cefalorraquídeo se mueve libremente, la respuesta curativa natural del organismo empieza a funcionar.
Una sesión craneosacral suele durar entre 30 y 90 minutos. El paciente permanece completamente vestido y está estirado sobre una mesa de masaje mientras el terapeuta valora suavemente el flujo del ritmo craneosacro. Se han descrito varias técnicas que se pueden utilizar en una sesión de terapia craneosacral. La primera es la liberación de la energía enquistada. El terapeuta percibe estos quistes en el cuerpo del paciente y libera suavemente la obstrucción de la energía.
La segunda técnica se denomina dirección de la energía, en la que el terapeuta intenta que la energía pase de una de sus manos, a través del paciente, hasta la otra.
La tercera técnica es la liberación miofascial, una forma manipulativa de trabajo corporal que libera la tensión en la fascia o tejido conjuntivo del organismo a través del tacto intenso.
La cuarta técnica es la posición de liberación. Incluye seguir el cuerpo del paciente en aquellas posiciones en que tuvo lugar una lesión y mantenerlo así. Cuando el ritmo craneosacro se detiene bruscamente, el terapeuta sabe que el traumatismo ha sido liberado.
La última técnica es la liberación somatoemocional. Fue descrita como una derivación de la terapia craneosacral, y se utiliza para liberar a la mente y al cuerpo de los efectos residuales de los traumatismos y lesiones que quedan «localizados en los tejidos».
Precauciones
El planteamiento suave es extremadamente seguro en la mayoría de los casos. Sin embargo, la terapia craneosacral no se recomienda en casos de infecciones sistémicas agudas, fractura craneal reciente, hemorragia intracraneal, aneurisma y hernia del tronco cerebral. La terapia craneosacral no excluye los otros planteamientos médicos.
Algunas personas pueden experimentar un malestar leve después del tratamiento, lo que puede deberse a la nueva experiencia de un traumatismo o una lesión o a que una zona previamente entumecida vuelve a la vida y es más sensible. Estos efectos secundarios son temporales.
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