Vitaminas y minerales para la gripe
Las vitaminas son compuestos orgánicos que se encargan, entre otras cosas, de que el cuerpo mantenga en buen funcionamiento sus mecanismos de defensa.
Los síntomas de carencia vitamínica o de minerales pueden presentarse en forma de reiterados procesos gripales, simples o complejos.
Determinados hábitos de vida requieren una mayor ingesta de estos compuestos: los fumadores, por ejemplo, necesitan mayor cantidad de vitamina C que los no fumadores; quienes se hallan sometidos a situaciones de mucho estrés necesitan mayores dosis de vitaminas y minerales para recuperar el equilibrio y evitar las infecciones en las vías respiratorias.
Los nutrientes fundamentales para combatir los procesos gripales se detallan a continuación:
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Vitaminas para la gripe
Vitamina A Derivada del betacaroteno (provitamina A), es uno de los principales antioxidantes que se encuentran en la naturaleza y, por lo tanto, desempeña un papel fundamental en la prevención de gripes y otras enfermedades de las vías respiratorias. Se la conoce también como retinol, ya que genera los pigmentos en la retina.
Esta vitamina proviene de fuentes animales, como huevos, carne, leche, hígado, riñón; el betacaroteno se encuentra en plantas y hortalizas de color anaranjado, rojo y verde oscuro, como camote, papaya, espinacas, brócoli, zanahorias y calabaza.
Vitamina C También denominada ácido ascórbico, compone, junto con la vitamina E y el betacaroteno (provitamina A), el trío de los grandes antioxidantes que la naturaleza pone a nuestra disposición. Es imprescindible para la producción de glóbulos blancos, principales defensores contra las infecciones. Además, protege contra la gripe y otras dolencias respiratorias.
Es preciso tener en cuenta que el cuerpo no almacena la vitamina C, sino que la elimina poco después de ingerirla, por lo que hay que tomarla a diario e incluso varias veces al día. Se potencia en presencia de bioflavonoides (contenidos en la capa blanca de los cítricos, debajo de la cáscara), calcio y magnesio. La vitamina C se encuentra en frutas y vegetales como coles de Bruselas, coliflor, fresas, grosellas, kiwi, limón, melón, naranja, pimiento verde, nabo, tomate.
Vitamina E También conocida como tocoferol, se han identificado cuatro tipos diferentes: alfa, gamma y delta. Es una vitamina liposoluble, que actúa como antioxidante y también es muy importante para la formación de glóbulos rojos. Investigaciones recientes han demostrado que consumir vitamina E fortalece el sistema inmunológico y previene ataques de virus y bacterias. Junto con la vitamina A, protege a los pulmones de la contaminación.
Advertencia. En dosis altas puede aumentar la presión arterial de las personas hipertensas. La vitamina E está presente en el germen de trigo, brócoli, nueces y otras semillas, aceitunas, aceites vegetales (maíz, girasol, soja), aguacate, espárragos, espinacas y otras hortalizas de hojas verdes.
Vitamina P Potencia la acción inmunológica de la vitamina C (ya que impide que se destruya por oxidación en contacto con el aire) y aumenta la resistencia a las infecciones.
Es también valiosa por su poder antioxidante, al neutralizar los daños causados por los radicales libres. Se encuentra en frutas, particularmente en todos los cítricos, ciruelas, cerezas, uvas y en verduras como el pimiento verde, brócoli y tomate.
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Vitamina B2 Es una vitamina hidrosoluble que proporciona energía al interior de las células y favorece el sistema inmunológico, manteniendo en buen estado las membranas mucosas que revisten los aparatos respiratorio y digestivo. Es vital para el crecimiento y la reproducción celular y ayuda a generar glóbulos rojos sanos. Además, acrecienta la absorción de hierro y mejora la asimilación de las vitaminas A y B. Sus fuentes naturales son las carnes, lácteos, harina integral, germen de trigo, vegetales verdes, frutos secos y levaduras.
Vitamina B6 De todas las vitaminas del grupo B, la Be es crucial para la salud del sistema inmunológico, ya que cumple un papel importante en la síntesis de los anticuerpos, necesarios para combatir muchas enfermedades. Ayuda a prevenir infecciones (entre ellas, todas las relacionadas con el aparato respiratorio) y es vital para el equilibrio de la función inmune. Resulta necesaria para la absorción de la vitamina B1 (en general, todas las vitaminas del grupo B funcionan juntas y por eso se las encuentra habitualmente en el mismo tipo de alimentos).
Es también un componente necesario para elevar los niveles de la serotonina (químico natural cerebral), que disminuye el riesgo de la aparición del dolor. Como es hidrosoluble, la cocción puede eliminar hasta el 90 por ciento de la vitamina B1 que contienen los alimentos; por lo tanto es recomendable ingerirla en productos frescos o apenas cocidos Se la encuentra sobre todo en las semillas, los granos enteros, las legumbres, los plátanos, las nueces y las papas.
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Minerales para la gripe
Zinc Es un mineral esencial para el metabolismo de la energía que, por sus propiedades antivirales, permite aliviar los resfríos. Refuerza el sistema inmunológico, ya que estimula la reproducción y el crecimiento de las células de defensa del organismo y aumenta la inmunidad natural contra infecciones bacterianas.
Algunos estudios demuestran que las dietas que incluyen suplementos de zinc reducen las infecciones respiratorias. Los alimentos ricos en proteínas contienen grandes cantidades de zinc: carnes de res, cerdo y cordero, maní, legumbres, mariscos, cereales enteros, yema de huevo, levadura de cerveza, hígado, semillas de girasol y de calabaza.
Hierro Es un oligoelemento que interviene directamente en la formación de la hemoglobina y los glóbulos rojos, y su deficiencia perjudica el sistema inmunológico. Los niños que reciben una alimentación pobre en hierro suelen enfermarse con más frecuencia: se ~ debilitan, contraen gripes y resfríos en forma reiterada, y presentan un aspecto decaído y taciturno.
La disminución de hemoglobina en la sangre por falta de hierro causa un tipo de anemia muy común en los niños y adolescentes que no consumen una dieta rica en vitaminas y minerales. Las mejores fuentes de hierro son el hígado, carnes rojas y magras, atún y salmón, cereales fortificados, granos enteros, huevos (sobre todo la yema), frutas deshidratadas, nueces y semillas, verduras de hojas verdes.
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