Dieta para la diarrea

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Las heces fecales frecuentes y líquidas, y los retortijones abdominales típicos de la diarrea pueden ser causados por cualquier cosa que interfiera con la solidificación normal de la materia fecal.

La diarrea aguda que se autocorrige luego de uno o dos días, por lo general, es causada por agua o alimentos contaminados, o por un virus, o puede ser desencadenada por una alergia a alimentos, antiácidos que contienen hidróxido de magnesio, antibióticos u otros medicamentos, exceso de alcohol o de bebidas que contengan cafeína, uso excesivo de laxantes, fatiga o estrés extremos, o consumo excesivo de sorbitol (un sustituto del azúcar que puede llevar líquido desde el torrente sanguíneo hacia los intestinos).

Los ataques repetidos y breves de diarrea pueden ser provocados por la ansiedad o por deficiencias de la nutrición que pueden aliviarse mediante técnicas de relajación y una dieta mejor.

Se debe obtener evaluación médica para poder descartar cualquier trastorno grave si siguen los ataques de diarrea, si una diarrea persiste durante más de dos o tres días o si se presenta fiebre continua.

Dieta para la diarrea

Arroz, bananas (plátanos) y puré de manzana —applesauce— (hecho preferiblemente en una licuadora con manzanas crudas) conforman la dieta que se recomienda con más frecuencia, para controlar la diarrea aguda.

Los curanderos populares doran el arroz en una sartén seca antes de cocinarlo y le espolvorean canela (cinnamon) antes de comerlo. Algunos especialistas aconsejan evitar los productos lácteos y comer solamente sopas transparentes y postres de gelatina hasta que la diarrea pase.

Otros sugieren flanes con mucha proteína y de pocos residuos, manjares de cuajada y crema, quesos y huevos pasados por agua o tibios para “pegar” los intestinos.

Una dieta alternativa de dos días consiste en comer sólo vegetales crudos o ligeramente cocidos al vapor o salteados en la sartén —además de salvado de avena (oat bran) o de arroz (rice bran), si se desea— para aprovechar las fibras que pueden controlar los fluidos.

Comer yogur o tomar cápsulas de acidophilus y pectina ayuda a restaurar la flora benéfica y a regular el conducto digestivo; 1/3 taza diaria de yogur hecho de leche descremada ha curado la diarrea infantil.

La diarrea crónica de algunos niños ha desaparecido después de suministrarles dietas en las que el 40 por ciento del total de calorías provenía de grasas como margarina y mantequilla de cacahuete (maní, peanut butter)}

Eliminar los productos lácteos y de trigo, además de las manzanas, el maíz, los melocotones (duraznos), las peras y las papas durante unos cuantos días puede identificar, cuando se vuelvan a comer esos productos uno por uno, qué es lo que está produciendo la diarrea crónica.

Una dieta rica en fibras solubles y pectinas provenientes de frutas, vegetales y granos cocidos como la cebada (barley), el alforjón, el mijo, la avena y el arroz, ayuda a la formación de heces fecales compactas y brinda nutrientes que no se encuentran en las sustancias formadoras de bolo fecal que a veces se recetan para la diarrea crónica.

Preguntas y respuestas

¿Cómo es posible que el estreñimiento provoque diarrea?

Aunque parezca mentira, el estreñimiento puede dar lugar a una seudodiarrea, es decir, una falsa diarrea.

Esta diarrea aparece porque, al quedar acumulada la materia fecal en las últimas porciones del intestino, se producen irritaciones que aumentan las secreciones intestinales. Tales secreciones constituyen gran parte de las heces que se expulsan, dando la impresión de que se padece diarrea.

Es común que el estreñimiento que origina estos síntomas pase inadvertido, puesto que muchas personas no tienen en cuenta que no han defecado en varios días, y se alarman sólo cuando comprueban que padecen uno de estos episodios.

Es alarmante la presencia de sangre en la diarrea?

Si una inflamación o una infección afecta a la última porción del intestino, además de diarrea suelen aparecer otros síntomas.

El más alarmante es la presencia de sangre, moco y pus en las heces, lo cual se debe al incremento de la secreción de las glándulas intestinales y a pequeñas ulceraciones. Si bien estos trastornos suelen ser benignos, debe comprobarse que la sangre no tenga otro origen.